Pero si en lugar de hacer eso, nos enfrentamos a él y lo vivimos plenamente, éste deja de existir. Se libera y se convierte en fuente de alegría y amor. Entonces podemos relacionarnos con nuestros semejantes desde el amor, desde la seguridad de nuestras similitudes y no desde la hostilidad y el miedo de nuestras diferencias.
 
PULSAR SOBRE LOS ICONOS
viernes, 20 de noviembre de 2009
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