Así sucedió Cuento de Roberto Salcedo
Existen momentos mágicos donde cielo y tierra, sueño y realidad, coinciden en las coordenadas del aquí y ahora. Como muestra, este breve relato donde ángeles y guerreros danzan al ritmo de un mismo amanecer.
Aquella mañana nos reunimos alrededor de unos cuantos seres, sin contar los que no se veían, con ganas de salvar la distancia que une los dos mundos, con la ilusión de crear un puente entre el cielo y la tierra, un punto de encuentro entre los sueños y la realidad.
Cada uno intentó buscar un bonito lugar dentro de la sala en donde poder observar la llegada de su propio amanecer.
La música comenzó a sonar, con los ojos cerrados cada uno se fue sumergiendo en su propio mundo al encuentro de sí mismo.
A ritmo de tambores la madre tierra comenzó a dar la bienvenida a todos sus hijos, los miedos fueron quedando en el umbral de lo absurdo y el coraje unido a la valentía de los buenos guerreros comenzó a llenar el ambiente de buenos presagios.
Al tiempo que sus emociones comenzaban a despertar, sus corazones comenzaban a bombear bonitos sentimientos inspirados por la magia de los ángeles allí presentes.
Las lágrimas hacían acto de presencia al tiempo que la felicidad, la tristeza daba paso a la alegría y la esperanza de hoy abría una nueva puerta a los sueños del ayer.
La realidad se dejaba ver y acariciar, mostrando un bello espectáculo a cada cual acorde a sus ilusiones y colores.
Los mundos se fusionaban y la conexión de estos hacía explotar el pasado en mil pedazos.
La magia del aquí y el ahora hizo posible el encuentro tanto deseado, padre/madre e hijos danzando al mismo latido de su existencia.
Os puedo asegurar que así sucedió porque escogí un bonito y privilegiado lugar para contemplar dicho acontecimiento pues ya me lo dijeron mis ángeles: “algo bello está a punto de suceder.”
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