Los Estados Unidos y la China patrocinan un acuerdo ínfimo en Copenhague
La cumbre sobre el cambio climático acaba con la decepción de un resultado que casi no obliga a los estados ha tener que hacer nada.
'Es mejor un acuerdo malo que ningún acuerdo'. Ésta es la explicación, poco entusiasta, del pacto que se ha alcanzado esta noche en Copenhague, un acuerdo no vinculante impulsado, entre otros, para|porlos Estados Unidos y al cual se ha añadido la UE y algunos países emergentes. El acuerdo, de hecho, casi no compromete en nada más que a seguir negociando. El acuerdo no se ha podido aprobar oficialmente porque ha contado con la oposición de países de la América Latina y el África, pero el plenario ha tomado nota.
El acuerdo compromete los estados a no dejar que la temperatura de la Tierra aumente más de dos grados pero sin concretar como se haga eso. La negociación sobre las emisiones de CO2 para el 2020 se negociarán a partir del año próximo, detalle que el presidente Obama presentó como una victoria y como el indicio que la cumbre no ha fracasado. Se esperaba, sin embargo, que el texto hablara de la necesidad de reducir hasta un 50% el emisiones globales de CO2 en el 2050. El texto pone encima la mesa la financiación a corto (30.000 millones de euros) y largo plazo (100.000 millones anuales a partir de 2020).
El pacto está muy lejos de las expectativas generadas a la cumbre del clima. Algunos países de la América Latina y del África se han opuesto frontalmente. Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia denuncian que el texto se ha negociado a puerta cerrada, un hecho que viola las reglas multilaterales de la ONU.
Quien tampoco se ha marchado satisfecho de la reunión son las ONG. Algunas se han manifestado a fuera del recinto con lemas como 'La cumbre del clima: una vergüenza'. Creen que han retrocedido pasos en comparación con el protocolo de Kyoto.
La cumbre sobre el cambio climático acaba con la decepción de un resultado que casi no obliga a los estados ha tener que hacer nada.
'Es mejor un acuerdo malo que ningún acuerdo'. Ésta es la explicación, poco entusiasta, del pacto que se ha alcanzado esta noche en Copenhague, un acuerdo no vinculante impulsado, entre otros, para|porlos Estados Unidos y al cual se ha añadido la UE y algunos países emergentes. El acuerdo, de hecho, casi no compromete en nada más que a seguir negociando. El acuerdo no se ha podido aprobar oficialmente porque ha contado con la oposición de países de la América Latina y el África, pero el plenario ha tomado nota.
El acuerdo compromete los estados a no dejar que la temperatura de la Tierra aumente más de dos grados pero sin concretar como se haga eso. La negociación sobre las emisiones de CO2 para el 2020 se negociarán a partir del año próximo, detalle que el presidente Obama presentó como una victoria y como el indicio que la cumbre no ha fracasado. Se esperaba, sin embargo, que el texto hablara de la necesidad de reducir hasta un 50% el emisiones globales de CO2 en el 2050. El texto pone encima la mesa la financiación a corto (30.000 millones de euros) y largo plazo (100.000 millones anuales a partir de 2020).
El pacto está muy lejos de las expectativas generadas a la cumbre del clima. Algunos países de la América Latina y del África se han opuesto frontalmente. Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia denuncian que el texto se ha negociado a puerta cerrada, un hecho que viola las reglas multilaterales de la ONU.
Quien tampoco se ha marchado satisfecho de la reunión son las ONG. Algunas se han manifestado a fuera del recinto con lemas como 'La cumbre del clima: una vergüenza'. Creen que han retrocedido pasos en comparación con el protocolo de Kyoto.
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